
El tema de los limpia vidrios en las calles de nuestras ciudades, especialmente en el Distrito Nacional, se ha convertido en una problemática crónica y cada vez más preocupante. A diario, ciudadanos trabajadores, padres y madres de familia se enfrentan al estrés y al peligro que representa este grupo de personas que, de forma insistente y muchas veces agresiva, invaden los espacios públicos y los semáforos para ofrecer un servicio no solicitado y, muchas veces, impuesto.
No se trata de juzgar a todos por igual, pero para nadie es un secreto que una gran parte de estos individuos actúan de forma antisocial, irrespetuosa e incluso delictiva. Existen innumerables casos en los que los conductores han sido agredidos por negarse al “servicio”, y otros han sido víctimas de amenazas, extorsión, insultos y hasta daños a sus vehículos. Lo más alarmante es que todo esto ocurre frente a la mirada indiferente de las autoridades.
¿Dónde están los gobiernos municipales que tienen como responsabilidad hacer cumplir las normativas sobre el uso adecuado de los espacios públicos? La ley municipal es clara: no se permite la ocupación irregular de las vías ni la prestación de servicios de manera informal que afecte el orden público. Sin embargo, esta normativa parece existir solo en el papel, porque en la práctica las autoridades municipales han sido completamente omisas ante esta realidad.
No podemos seguir permitiendo que este tipo de situaciones se normalicen. Es inconcebible que personas que madrugan para ir a sus trabajos, que respetan la ley, que luchan por su familia y su país, tengan que lidiar con la intimidación y la inseguridad en algo tan básico como detenerse en un semáforo.
Es deber de las alcaldías garantizar el orden, la seguridad y el respeto en el espacio público.
Los ciudadanos merecemos transitar con tranquilidad. Merecemos autoridades que actúen con responsabilidad y firmeza. No podemos seguir esperando a que ocurra una tragedia más para que se tomen medidas. El momento de actuar es ahora.